El otro día me requirieron del Área de Prensa y Comunicación de la Universidad Pablo de Olavide, para hacerme unas preguntas con las que componer una nota que sirviera para amplificar la difusión que desde la universidad han venido haciendo del curso de sostenibilidad urbana que anunciábamos en el post anterior.
Os dejo una copia de mis respuestas, por si son de vuestro interés:
¿Cómo definirías los conceptos sostenibilidad urbana?
Sostenibilidad equivale a la viabilidad física de un sistema en el tiempo. Los sistemas urbanos actúan como sumideros de materiales, energía e información procedente de otros territorios, que quedan simplicados fruto del sentido de tales flujos. También actúan como focos emisores de residuos y contaminación, que propagan igualmente hacia otros territorios. Los sistemas urbanos generan, en suma, unos impactos que trascienden, en mucho, su propio territorio, el propio espacio físico en el que se asientan. Desde este punto de vista, no hay ciudad sostenible posible, si la entendemos como viable y autosuficiente, pues siempre dependerá del concurso de otros territorios, allende sus fronteras. Esta es una característica básica esencial del hecho urbano, que está en el corazón mismo de la definición de ciudad desde el punto de visto físico, a diferencia de lo rural, que está sometido a las limitaciones que le impone el territorio. Sostenibilidad urbana, por tanto, más que un estado que se pueda lograr, representa sobre todo una intención y un camino a seguir: la moderación de los flujos de materiales y energía (lo que denominamos «metabolismo») que atraviesan el sistema urbano, esenciales para su funcionalidad. La ciudad tiene que moderar estos flujos y disminuir estos consumos, en aras de una mayor adecuación a la biocapacidad del territorio que le sirve de soporte. Hay un amplio campo de intervención en este sentido: movilidad y transporte, gestión del agua, de los residuos, de la energía, etc.
Desde el punto de vista de la sostenibilidad, ¿qué criterios están cumpliendo los municipios españoles en mayor medida y cuáles son los principales retos que les falta por conseguir?
Se constatan grandes avances en la gestión del ciclo urbano del agua, campo en el que se han realizado grandes esfuerzos que han incrementado los niveles de ahorro, reutilización y eficiencia. También el sector industrial ha mejorado significativamente su comportamiento ambiental y moderado el grado de utilización de recursos, pues de ello dependía su competitividad como sector productivo. Otro criterio que sí están cumpliendo los municipios españoles, en líneas generales, es el de la dotación de zonas verdes y espacios libres, así como también la gestión de los residuos.
La asignatura pendiente de muchos municipios españoles sigue siendo la del transporte y la energía, íntimamente relacionadas. A pesar de la ampliación de zonas peatonales y las profundas remodelaciones urbanas acometidas por muchas ciudades españolas para dar un mayor protagonismo a los modos no motorizados de transporte (peatón y bicicleta), el automóvil privado sigue gozando de numerosos privilegios. Aún hay mucho por hacer en la dirección de la movilidad urbana sostenible y el ciclo urbano de la energía. Es preciso transformar completamente el modelo energético, pero para ello es preciso cambiar antes el modelo de sociedad y el modelo económico que están detrás de un modelo energético determinado, lo cual es lo verdaderamente difícil pues como sociedad funcionamos como si tuviéramos acceso a fuentes de energías abundantes e inagotables, y en absoluto es así. Además, el problema de la energía y el transporte se encuentra agravado por la extensión de unos modelos urbanos, -en la época de la burbuja inmobiliaria-, en baja densidad y que otorgaban usos monofuncionales a las diferentes parcelas del territorio, haciéndolas sumamente dependientes del automóvil privado.
Los ciudadanos cada vez están más concienciados con la protección del Medio Ambiente. ¿De qué manera es posible integrarlos en la elaboración de programas de contenido medioambiental?
No percibo tal grado de concienciación. El medio ambiente, en rigor (otra cosa es la imagen bucólica y romántica que muchos tienen de la naturaleza), siempre entró por la puerta de atrás, y como tal está siendo uno de los principales dammificados de los tiempos actuales, sin que nadie alce la voz de manera especialmente significativa. Falta aún mucha información y, sobre todo, conocimiento preciso de la repercusión ambiental que tienen nuestros comportamientos cotidianos, decisiones de compra, desplazamientos, etc. Hay que tender puentes entre la teoría y la práctica. Si hoy muchos reciclamos los plásticos y envases, por ejemplo, y con ello creemos que estamos ahorrando recursos y en consecuencia nos permitimos una mayor ligereza a la hora de consumir, la consecuencia final será un uso más intenso de los propios recursos que se pretendían ahorrar, todo ello sin mencionar por supuesto que no existe un reciclaje 100% perfecto, por aplicación de la Ley de la Entropía (2º Principio de la Termodinámica), lo cual por otra parte desconoce la inmensa mayoría de la población .
Buena parte de la culpa es también de los poderes públicos, que no incentivan lo suficiente la participación ciudadana en la elaboración de planes y programas de contenido ambiental, cuando no la inhiben o incluso dificultan directamente. Para integrar a la ciudadanía en las políticas ambientales, un primer paso es emplear un lenguaje integrador, pues el abuso de la jerga en los procesos de información pública directamente desincentiva la participación ciudadana.
A tu parecer, ¿qué medidas deberían poner en marcha los poderes públicos para favorecer la sostenibilidad urbana y la agenda 21 local?
Una primera medida, que afortunadamente ya se está aplicando en muchos sitios, es la elaboración de Agendas 21 Escolares y la enseñanza de nociones básicas de ecología y conocimiento del medio entre los más pequeños. Para los adultos, que somos los verdaderos responsables de la (in)sostenibilidad de los sistemas urbanos, las medidas deberían ir encaminadas a reconectar la economía con el medio ambiente, de forma tal que modifique muchos de nuestros comportamientos cotidianos. Medidas concretas como la implementación de sistemas colectivos de gestión del agua (lavadoras comunitarias en los edificios, en lugar de individuales en cada hogar, por ejemplo), energía, alimentos (huertos urbanos comunitarios), etc., van en la buena dirección. Al igual que se hace con el transporte desde hace decenios (autobuses, trenes, metros, ..) donde ha quedado ya claro desde hace tiempo que la solución (parte de ella) pasa por formas colectivas de desplazamiento en lugar de que cada ciudadano lo haga por su cuenta en un automóvil privado.
Luis Morales Carballo (@luismorcar)